Now, now that you're free,
what are you going to be?
And who are you going to see?
And where, where will you go?
And how will you know,
You didn't get it all wrong?
Monday Morning, Pulp
Esta entrada está muy nostálgica, cursi y/o ñoña y francamente demasiado personal como para que sea leído por personas ajenas al hospital donde estoy, pero ¿qué diablos? es mi blog y escribo lo que quiera jaja. Además, estoy seguro que todos hemos pasado por alguna etapa similar.
Estoy a unos días de acabar mi residencia. Para los que no están familiarizados con el mundo de los médicos, el periodo al que llamamos "residencia" abarca la etapa posterior a la universidad, en la cual estudiamos una especialidad.
La residencia normalmente dura de 2 a 4 años - dependiendo de la especialidad - y es a lo que la gran mayoría de los médicos aspiran a llegar algún día: entrar a la residencia para dejar de ser un médico general y convertirte en especialista. Bullshit. Pero resulta que no es tan fácil. Para poder estudiar una especialidad te topas con un examen injusto, con un sistema corrupto y controlado por mafias (como todo en el país), sobredemanda de plazas y muy pocas disponibles... en fin, el chiste es que logré entrar a la residencia y ahora, 3 años después, estoy a punto de terminar y salir como anestesiólogo.
Han sido tres años muy contrastantes. La residencia te modifica la vida y la perspectiva que tienes de ella tanto fuera como dentro del hospital. He pasado por tantas cosas... desde el cansancio extremo del primer año hasta el aburrimiento y tedio del último. Rompimientos, reconciliaciones, despedidas, saludos, reencuentros y desencuentros. Momentos de grandes logros, de gloria, de felicitaciones y momentos de regaños interminables, castigos injustos y merecidos también. Depresión, desesperación y soledad combinados con amistad, compañerismo y apoyo incondicional. Tres años de mi vida entregados al hospital, a mi carrera, a los pacientes que atendí, a mis compañeros - que ahora son mis amigos - a mis maestros, a mi futuro. Podría escribir un libro de todas mis experiencias durante mi residencia, tanto las hospitalarias como las extrahospitalarias. Ya si es interesante o no, eso es otra cosa jajaja. Bueno, por el momento sólo me limitaré a lo aquí escrito.
Es hora de cerrar el ciclo. Se acaba mi residencia y la vida que viví aquí. Sin embargo las vivencias, los cambios para bien y para mal que esta etapa deja en mí son tan profundos que estoy seguro que me marcarán para siempre. Estoy en un quirófano escribiendo esto, aún sigo siendo residente y desde la perspectiva en la que me encuentro aún no puedo dimensionar con exactitud quién fui, qué me faltó y qué me sobró. Espero poder releer esto en el futuro y saber con certeza que fui lo que debí ser y que pude aportar algo importante. O por lo menos dejar una huella lo suficientemente trascendente como para no ser simplemente "ése que estuvo aquí con nombre medio raro" jeje.
Es bien curioso que cuando empiezas un proceso, te imaginas dentro de unos años y lo ves tan lejano y cuando dejas de imaginar resulta que ya estás ahí, en el fin. También es muy curioso cómo casi todos los residentes nos quejamos amargamente del tiempo que pasamos en el hospital, de lo absorbente que es, del cansancio, del maltrato, de lo mal pagado y un largo etcétera... y cuando ya estás por acabar, volteas hacia atrás con nostalgia de éso que tanto te quejaste. Pero ha llegado el tiempo de dar paso a la generación que sigue. La canción de Pulp con la que empieza esto creo que describe a la perfección mi sentir.
SOFIA
Hace 6 años
